Para comprender el mundo, los hombres primitivos poseían concepciones lulistas sobre la naturaleza del ser humano: la consideraban formada por materia y espíritu, el cuerpo y el alma como dos sustancias diferentes, pero en permanente interacción. Este dualismo de la creencia en la vida después de la muerte y la doctrina mística se convierte en la tentativa de elaborar una psicología que
admite la existencia e otra vida
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